«En relación a Libia, no puedo por menos que recordar lo que hizo Ronald Reagan cuando era presi-dente de los EE.UU. El tirano norteafricano estaba desatado y el ex-actor decidió bombardear su casa. Desgraciadamente murió una hija del dictador en vez de él. Pero todo el mundo sabe que des-de entonces, Muamar dejó de comportarse como un perro rabioso. Y es que a veces se cumple aque-llo de “muerto el perro, se acabó la rabia”. Aunque entonces el perro no murió, al menos dejó de mor-der. Por tanto, en vez de lanzarse a eliminar a militares que cumplen órdenes injustas, creo mejor intentar liquidar a quienes les dan esas órdenes» (Religión en Libertad, 23.3.11).
Traducción
«No murió el perro, pero murió su “perrilla”; a raíz de aquello, y aunque ella no diera ninguna orden injusta, el tirano se achantó. Si no podemos matar al tirano, pero matando a su hija conseguimos contenerlo, estupendo».